Para los amantes y estudiosos de la historia de la zarzuela y la ópera en Venezuela, la División de Manuscritos y Archivos Documentales de la Biblioteca Nacional, ofrece para su consulta una pequeña, pero significativa muestra de libretos originales de zarzuelas, incluyendo uno de ópera. Dichos manuscritos están representados, en su mayoría, por obras del maestro venezolano José Angel Montero (1839-1881) hijo y discípulo de José María Montero. Este músico y compositor se desempeñó como maestro de la Capilla de la Catedral de Caracas (1867) y también como Director de la Banda Marcial de Caracas y de la Orquesta de Teatro de la misma ciudad.
José Angel Montero logró acumular a lo largo de su carrera como músico y compositor, una densa obra que sorprende por su variedad y volumen dentro del género lírico musical. De sus obras más importantes podríamos citar 30 oficios de difuntos; 45 marchas; 15 zarzuelas; 16 oberturas, y la ópera Virginia, sobre el libreto de Doménico Bancalari (1873), en la que se nota más claramente una marcada influencia de los maestros italianos y cuya partitura fue adquirida por el Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional. Cabe señalar que la ópera Virginia fue considerada por muchos años como la primera ópera que se compuso en Venezuela. Pero, por investigaciones realizadas quedó comprobado que la primera fue El maestro Rufo Zapatero, obra compuesta en 1847 por José María Osorio.
Refiriéndonos directamente a los manuscritos de J. Angel Montero, los cuales conforman la mayoría de este legajo de documentos, podríamos citar a manera de ampliar e ilustrar esta breve información, sus obras que se conservan en la actualidad en la Biblioteca Nacional. Dichas obras son las siguientes: Diomira (tragedia lírica en tres actos. R. S. Traductor. Caracas, 1873), La castañera (zarzuela en un acto), Los tres salmos para la vigilia de difuntos (música religiosa venezolana), Colegialas son colegialas (zarzuela en dos actos, arreglada por Don Patricio Landaluces, con nueva música de J. Angel Montero, 1868), Quiero ser ministro (zarzuela en dos actos; libreto por M. Ma. Bermúdez, música de J. Angel Montero), y El charlatán mudo (zarzuela en un acto por Aramísy música de J. Angel Montero, 1873).
Por otra parte, cuenta también esta muestra con manuscritos sobre óperas y zarzuelas con los siguientes libretos de otra autoría, tales como: El amor y el almuerzo (farsa en un acto; arreglada del francés por Luis Alona; música del maestro Joaquín Gaztambide; representada por primera vez en el teatro del circo en 1856) El estreno de un artista (zarzuela; poesía por Ventura de la Vega y música de Joaquín Gaztambide, 1866) y El último día de carnaval en Caracas (zarzuela en un acto, 1876, de José Trinidad Blanco).
Aunque esta pequeña muestra, sobre la cual hoy hacemos referencia, sólo esté conformada por un total de once manuscritos, esto no le resta la vital importancia que tienen los mismos para la preservación y conservación de la memoria musical relativa a la ópera y a la zarzuela en nuestro país. Además, se trata de documentos originales que denotan, en su estructura y contenido, procesos de creación y escritura que se harían inaccesibles sin tener en las manos la voz viva contenida en dichos originales. Esto indica que el estudio de una manera detallada y profunda de estos manuscritos nos haría testigos de ese silencio que continúa hablándonos a través del tiempo, desde sus tintas secretas que nos acercan a un mundo de posibilidades de indagación, hasta encontrarnos con la fuente de inagotable asombro que caracteriza al momento inicial de creación y realización de una obra, sea musical, literaria, científica etc.
No debemos olvidar que cuando se trata de fuentes originales, en nuestro caso libretos para zarzuelas, no se descarta la posibilidad de que algunos de ellos no hayan transcendido el silencioso espacio de su gestación para ser realizadas en un escenario y también de que encontremos en estas piezas únicas hallazgos importantes, que serían de gran utilidad para el enriquecimiento y la ampliación del conocimiento, que hasta ahora se tiene sobre libretistas, músicos y compositores en nuestro país.
José Angel Montero logró acumular a lo largo de su carrera como músico y compositor, una densa obra que sorprende por su variedad y volumen dentro del género lírico musical. De sus obras más importantes podríamos citar 30 oficios de difuntos; 45 marchas; 15 zarzuelas; 16 oberturas, y la ópera Virginia, sobre el libreto de Doménico Bancalari (1873), en la que se nota más claramente una marcada influencia de los maestros italianos y cuya partitura fue adquirida por el Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional. Cabe señalar que la ópera Virginia fue considerada por muchos años como la primera ópera que se compuso en Venezuela. Pero, por investigaciones realizadas quedó comprobado que la primera fue El maestro Rufo Zapatero, obra compuesta en 1847 por José María Osorio.
Refiriéndonos directamente a los manuscritos de J. Angel Montero, los cuales conforman la mayoría de este legajo de documentos, podríamos citar a manera de ampliar e ilustrar esta breve información, sus obras que se conservan en la actualidad en la Biblioteca Nacional. Dichas obras son las siguientes: Diomira (tragedia lírica en tres actos. R. S. Traductor. Caracas, 1873), La castañera (zarzuela en un acto), Los tres salmos para la vigilia de difuntos (música religiosa venezolana), Colegialas son colegialas (zarzuela en dos actos, arreglada por Don Patricio Landaluces, con nueva música de J. Angel Montero, 1868), Quiero ser ministro (zarzuela en dos actos; libreto por M. Ma. Bermúdez, música de J. Angel Montero), y El charlatán mudo (zarzuela en un acto por Aramís
Por otra parte, cuenta también esta muestra con manuscritos sobre óperas y zarzuelas con los siguientes libretos de otra autoría, tales como: El amor y el almuerzo (farsa en un acto; arreglada del francés por Luis Alona; música del maestro Joaquín Gaztambide; representada por primera vez en el teatro del circo en 1856) El estreno de un artista (zarzuela; poesía por Ventura de la Vega y música de Joaquín Gaztambide, 1866) y El último día de carnaval en Caracas (zarzuela en un acto, 1876, de José Trinidad Blanco).
Aunque esta pequeña muestra, sobre la cual hoy hacemos referencia, sólo esté conformada por un total de once manuscritos, esto no le resta la vital importancia que tienen los mismos para la preservación y conservación de la memoria musical relativa a la ópera y a la zarzuela en nuestro país. Además, se trata de documentos originales que denotan, en su estructura y contenido, procesos de creación y escritura que se harían inaccesibles sin tener en las manos la voz viva contenida en dichos originales. Esto indica que el estudio de una manera detallada y profunda de estos manuscritos nos haría testigos de ese silencio que continúa hablándonos a través del tiempo, desde sus tintas secretas que nos acercan a un mundo de posibilidades de indagación, hasta encontrarnos con la fuente de inagotable asombro que caracteriza al momento inicial de creación y realización de una obra, sea musical, literaria, científica etc.
No debemos olvidar que cuando se trata de fuentes originales, en nuestro caso libretos para zarzuelas, no se descarta la posibilidad de que algunos de ellos no hayan transcendido el silencioso espacio de su gestación para ser realizadas en un escenario y también de que encontremos en estas piezas únicas hallazgos importantes, que serían de gran utilidad para el enriquecimiento y la ampliación del conocimiento, que hasta ahora se tiene sobre libretistas, músicos y compositores en nuestro país.