miércoles, 22 de abril de 2009

FOLKLORE VENEZOLANO (1954)

El libro “Folklore venezolano (Tomo II)” escrito por Rafael Olivares Figueroa, fue publicado por Ediciones del Ministerio de Educación, Caracas, 1954. En este volumen Olivares Figueroa reúne una serie de prosas populares de diferentes regiones del país. Leemos aquí cuentos y relatos de expresión real o verosímil, así como relatos imaginarios. Incluye también mitos, leyendas y anécdotas, que recorren el territorio nacional en el habla de la gente y en las voces de los pobladores del diálogo y la conversa. A través de esta compilación de relatos populares podemos establecer un contacto cercano con elementos que caracterizan la vida de los habitantes de nuestro país, tales como tradiciones y costumbres, religiosidad, humorismo, supersticiones, entre otros. Asimismo, leemos en este volumen cuentos o relatos sobre locos, ladrones, clérigos, animales, aventuras y cuentos que nos refieren algún acontecimiento histórico en particular. Si pasamos a otras páginas nos encontramos con una interesante selección de mitos como: La bruja voladora, La mula Maniada, Las Ánimas, La Llorona, María Lionza, El Silbador, El Venao de Piedra, El Duende, El Caballo de Media Noche, El Chivato de Otro Mundo, entre otros. Asimismo, leemos en este estudio Oraciones, Conjuros y Ensalmos; Variedades de adivinanzas en prosa; Juegos infantiles; Sentencias o Refranes, etc. Para darnos una idea del contenido de esta obra, leamos el siguiente fragmento: “La Llorona: Suele aparecer como figura de mujer llorando desgarradamente en altas horas de la noche, dicen que a causa de haber maldecido a su hijo pequeño. Hay quienes aseguran haber echado cuero a La Llorona. Para conseguirlo es indispensable que el paño sea de piñón. El piñón es un arbusto que da un fruto parecido al hicaco, de color amarillo cuando maduro; amargo, astringente; tóxico comido en exceso y que se usa como vomitivo en pequeñas dosis. Las Ánimas: En todo el Oriente venezolano, como en otras regiones del país, se cree en Las Ánimas, sobre todo en los pueblos sin luz eléctrica. A las nueve de la noche salen en procesión; dejando oír el murmullo de sus pasos acompañados de oraciones. La creencia va desapareciendo a medida que los lugares son dotados de servicio de luz pública.”

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