El libro “Presidios de Venezuela” fue publicado por la Editorial Selecta, Bogotá, 1936. El mismo reúne una serie de testimonios de aquellos que padecieron las torturas y las más terribles vejaciones, en las cárceles de La Rotunda y El Castillo Libertador. A través de estos testimonios podemos enterarnos de todas las atrocidades que se cometieron en estas prisiones bajo el yugo del dictador Juan Vicente Gómez. En algunas de las páginas de este libro vemos algunas ilustraciones de los artistas: Alberto Arango, Ignacio Jaramillo, Gonzalo Ariza, Sergio Trujillo y Gomer Medina. Dichas ilustraciones contienen imágenes alusivas a torturas y dolorosas escenas, que signaron las terroríficas cárceles de esa dictadura, que llenó de cadáveres las primeras décadas del siglo XX en Venezuela. Entre las personas que escribieron los capítulos de este libro podríamos nombrar algunos como Antonio García, Fernando key, Rafael Mendoza, Germán Herrera Umérez, Héctor Suárez Romero, Ambrosio Purroy, Jóvito Villalba, Miguel Otero Silva, entre otros. Los relatos o testimonios contenidos en este libro aparecen bajo los siguientes títulos: A entregar los anteojos; Las ratoneras; La declaración; El delito de ser loco; El juicio militar del 7 de abril de 1928; Cómo me torturaron; El vaso de leche; De la Rotunda al Castillo Libertador; La Carreta (Poema de Miguel Otero Silva); La Rotunda; Croquis de la planta baja de La Rotunda; La Carcelita; El Manzanillo; El Patio (Antro para las torturas); La Rotunda Nueva y Nota Final. Si nos referimos al proceso de gestación de este interesante libro, no podemos dejar de citar textualmente el siguiente párrafo: “Estando este libro en prensa, ocurrió en Maracay la muerte del tirano Juan Vicente Gómez. Durante 27 años se enseñoreó de Venezuela la tremenda dictadura de este generalote, sobre cuya hombría personal se ha intentado alzar una leyenda; no, Juan Vicente Gómez no estranguló a Venezuela por valor suyo – que no tenía ninguno – sino como instrumento de las compañías petroleras en defensa de los intereses de éstas; en defensa de sus propios intereses y de los latifundistas nativos, que aplaudieron su régimen. A través de las páginas de este libro puede verse hasta qué degradación llevó esta dictadura el terror para sostener esos intereses; terror únicamente comparable a la época inquisitorial...” Las prisiones de La Rotunda y El Castillo Libertador, en nada se diferenciaron a los claustros de la inquisición, donde las torturas se convirtieron en prácticas rutinarias. No olvidemos aquellos “Calabozos del tormento” construidos por orden de inquisidores a quince metros de profundidad, para que no se escucharan los gritos de los torturados en la superficie. También en las cárceles del dictador Gómez se emplearon palabras y frases para identificar las salas de tortura y asesinato: La antesala de la muerte; Cámara de los suplicios; El triángulo de la muerte; El olvido; La resurrección de los vivos, entre otras. Libros como estos deberían reeditarse para que las nuevas generaciones conozcan las injusticias cometidas por hombres como Juan Vicente Gómez, quién escribió con la sangre de sus crímenes, una de las más terribles y abominables páginas de nuestra historia.