Antología
de
Francisco Pimentel (Job Pim), obra con notas y selección de textos
de Eduardo Michelena y J.L. Salcedo Bastardo. Libro publicado por
Ediciones del Ministerio de Educación Nacional. Dirección de
Cultura, Caracas, 1950. Contenido parcial: Jabón de Castilla.-- El
Arca de Noé.-- El mal ladrón.-- La divina utopía.-- Cuentos del
otro régimen.-- Epistolario de Job Pim.-- Por la muerte de César.--
Contra el contrabando.-- El poema del cocotero.-- Brindis del año
nuevo.-- Se está muriendo mi vecino.-- Argumentos de opon.-- El
tranvía de La Pastora.-- La inmutable hayaca.-- Pequeña elegía al
Guaire.-- El cochero.-- Enfermedades lógicas.-- Un Santo negro.-- El
zorro predicador.-- El jardinero generoso.-- La avispa y la abeja.--
Los dos caballos.-- Don Quijote, Pastor.-- El novillo y el toro.--
Nueva historia de Dalila.
“Sujeto a las más extremadas y
crueles restricciones de la dictadura, Pimentel, durante el tiempo de
su actividad literaria, que se reduce a pocos años de libertad,
logró siempre interesar al público con sencillos versos,
exponentes de agudeza y amor patrio, siempre exentos de odio. Se
alude a esta circunstancia de orden histórico, porque no debe
olvidársela en la apreciación global de esta antología. (texto
tomado de la nota introductoria).
Leamos el siguiente poema de Job Pim
incluido en la referida antología:
HIERRO DULCE
Amo los pesados grillos
que me dieron por tormento:
son recios como mi aliento,
como mis versos, sencillos.
Bendito el yugo que es
castigo de un gesto bello:
antes que sufrirlo al cuello
quiero llevarlo en los pies.
Y bendita la crueldad
que me da, a más del encierro
por cada libra de hierro
un quintal de dignidad.
Que hoy en nuestro patrio lar
cadenas y grillos son
el más preciado blasón
que puede un libre ostentar.
Por estos hierros, mi historia
cobra relieve imprevisto:
son como la cruz de Cristo,
suplicio y ejecutoria.
Y si su acción permanente
callos formó en mis tobillos,
tengo, gracias a mis grillos,
limpia de callos la frente.
Mis grillos son mi tesoro,
pues realizan a mi vista
la ilusión del alquimista:
el hierro trocado en oro.
Y con amarlos me vengo
del mal que se me procura:
¡me los dieron por tortura
y yo por gloria los tengo!
(COTA: 11.704. Colección Pedro
Manuel Arcaya).
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