jueves, 26 de noviembre de 2009

PEDRO LHAYA

Las frías sombras de la noche se deslizan por el aire como raudas serpiente. El arpa de los sueños yace callada en algún rincón de la casa. Los grillos entonan sus cantos desde sus lejanas cercanías. El hombre se siente en el taburete a escuchar la noche de sus recuerdos. Afuera llueve y se siente un fuerte olor a cacao fermentado. Llueve lentamente por la memoria de Río Chico que camina por calles de murmullos y silencios. “El ojo de la muerte mira desde la sombra.” Nos dice el poeta, como si la muerte se transformara en animal sediento que vigila y acecha desde los ocultos ramajes de los instintos. “El arpa esta cautiva” y si el arpa está cautiva, hay tristeza en el hombre que no canta, ni ríe. Pero, amanece claro el cielo, ha dejado de llover y la luz del día ilumina el rostro de los habitantes de la noche recién salidos de la lluvia. Un hombre contempla las danzantes plantas de maíz con sus hermosas mazorcas. El poeta, entonces, camina y recuerda voces venidas del río de su infancia. Piensa en su amiga de siempre, en Alicia, la que le acompañaba en aquellos momentos de contemplación y de fantasías, que alguna vez quedaron escritos “en los cuadernos del mar”. Se escuchan los tambores por valles, sabanas y colinas. Y los pájaros hacen la fiesta con sus cantos y vuelos. Y ahí viene el poeta Pedro Lhaya con su libro “Testamento del corazón” publicado por Ediciones Contrapunto, Caracas, 1950. Libro con portada e ilustraciones hechas por el artista Régulo Pérez. Muchos escriben testamentos, pero, muy pocos escriben “Testamentos del Corazón” donde hablan los sentimientos con palabras tomadas por los ángeles emisarios de los sueños y de las ilusiones. Ángel de la poesía que nunca olvida y recurre siempre a la vida, sobre todo, en tiempos difíciles de ausencias y desencuentros.

Pedro Lhaya (Río Chico, Edo, Miranda, 1921-1983) Estudió Pedagogía y Ciencias de la Educación en el Instituto Pedagógico Nacional. Perteneció al cuerpo de redacción de la revista “Contrapunto”. Junto a Manuel Trujillo dirigió el semanario literario “Sábado”. Publicó en diversas revistas y periódicos del país. Publicó los libros: Caminos de la sangre(1955); Poemas Guajiros; Poemas del Amor(1968); Parábolas del caminante(1966); En Medio de la tempestad (1963); Cantar del amor (1975) y Testamento del Corazón(1950).




CAUTIVERIO DEL ARPA

A Carlos Augusto León

El ojo de la muerte mira desde la sombra
y hay miedo en la ciudad azul del sueño.
Nadie transita ahora.
Llueve,
y el agua canta un viejo salmo negro.

Mi hermano y yo sabemos que en la noche
está colgada un arpa. Pero,
¿quién es capaz de rescatar el arpa
cuando Dios se ha irritado
y maneja su látigo de viento?
Cuando hay un ojo fijo entre la sombra
mirando al corazón de los poetas,
y las alondras del amor han sido
abatidas por pájaros de presa.

El hijo de la muerte
-el primogénito-
ha recogido todos los cocuyos,
y ha roto el canto del maíz y el trigo,
del arroz de la paz y del centeno.
Afuera un perro oscuro,
-perro de odio y duelo-
afila sus colmillos en la piedra
y acecha la garganta del cordero.

Mi hermano y yo sabemos que en la noche
está cautiva el arpa. Pero,
la noche está poblada de asesinos;
reina la sombra,
y en la ciudad azul del sueño
no hay un hombre capaz de acompañarnos
a liberarla de su cautiverio.

El arpa está cautiva.
Mi hermano y yo por ella
en esta hora nos entristecemos.




NOTICIA DEL SUEÑO

Todas las sombras iban de rodillas
-Las cabelleras sueltas flotaban
y en la noche
el lucero más alto golpeaba en una esquina-

¿Dónde está mi guitarra?
-Gritaba yo arrastrándome tras las sombras-

¿Dónde está mi canción y mi risa?

Y era como si mis voces sonaran hacia adentro
o una ciudad rabiosa me hubiera roto el pecho.

Yo iba detrás de aquellas sombras
blasfemando,
implorando,
rugiendo,
con el gran miedo de perder mi guitarra
y de quedarme solo al filo del silencio.
Pero…
en la noche nadie oyó mis voces
y desde entonces perdí la risa,
y la canción, y la guitarra de los sueños.




LA SOMBRA DE ALICIA

I

La sombra de Alicia vaga en la oquedad turbia
y exprime los pechos de nubes.
Sus manos invisibles se columpian
en la heredad del cóndor y las nieves.

¡Ah Alicia, mi Alicia,
como extraño tu voz ahora que llueve!

II

La sombra de mi amiga golpea la ventana
y tañe la guitarra de sus cabellos musicales.
Cada nota penetra en mis sentidos
y puebla el corazón de dulces vaguedades.

¡Ah Alicia, mi Alicia
la noche es navío de soledades!

III

La sombra de mi amante anda entre las espinas rosadas
de los cañamelares vespertinos.
Sus pasos inaudibles trasmutan las guijas apagadas
y siembran arbolitos de luz en los caminos.

¡Ah Alicia, mi amante,
deja frente a mi puerta uno de tus guijarros encendidos!




CANCIONCILLA TONTA


Alicia,
ven a soñar.
Las gaviotas de la tarde
dibujan peces azules
en los cuadernos del mar.

Tu nombre escrito en la espuma
viene y vá
por entre el viñedo glauco
de la vírgenes del mar.

Los niños cantan ahora
el coro del requirám,
y el viento lleva sus voces.
Alicia,
vamos al mar.





¿QUIÉN?

¿Quién arranca el tubérculo que sembró mi padre?

¿Quién cosecha la mazorca del maíz que mi padre sembró?

¿Quién bebe el jugo de las naranjas

y come la pulpa del melón que yo sembré?

¿Quién…..?




AUTOBIOGRAFIA

En Barlovento nací yo,
a la orilla de un río de aguas rojas,
triste y salvaje como mi corazón.

En el cacao fermentado
percibí el drama torvo del negro
cavando su tambor gangoso
para huirse del látigo y del hierro.

Desde entonces vago en la noche
como un animal carnicero,
husmeando el rastro de la vida,
disputando la presa al otro hambriento.

(Del libro: Cuerpo presente)

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